UN CLÁSICO DE CIEN AÑOS
PERIÓDICO QUÉ MADRID
Luis Mazarrasa
Si 1992 es un año mágico para Europa y España, no lo es menos para la bodega de La Ardosa. En aquella fecha, los viejos barriles de este establecimiento celebrarán también su primer centenario. Situada tras la plaza de San Ildefonso, en pleno barrio de Malasaña, La Ardosa es un rincón típico madrileño con barriles añejos y azulejos alegres. Gregorio Monje, su actual propietario, asegura que poseen el récord de España de Guinness de importación que sale por sus grifos. Pero no solo este récord merece mencionarse cuando se habla de La Ardosa.
En un tablón sobre la puerta, un ranking muestra los nueve nombres de bebedores que se han metido más pintas en menos de cuatro horas. En el número uno está José Alberto con 13 pintas de Guinness (de 5,20) en tres horas. Norteamericanos, irlandeses, ingleses y australianos aparecen junto a españoles en este otro récord Guinness.
Para concursar, no hay más que decírselo al patrón y venir acompañado de «alguien responsable que luego le lleve a casa». A la hora del aperitivo, la clientela (entre 20 y 40 años) toma choricitos de Salamanca, boquerones o una magnífica tortilla española.
Para regarlo está lo mejor de la casa: unas 70 marcas diferentes de cerveza de importación, (Guinness, Budweisser, Spaten, etc), una buena sidra seca inglesa, la Strongbow, -a 20 duros la caña- y los típicos vermuts. Bebedores de Coca-Cola y otros refrescos abstenerse, por favor. Según el jefe, no es un buen sitio para quinceañeros, porque la calidad de las bebidas impone unos precios algo caros, pero esto no impide que algunas noches, hasta las once y media o las doce, la bodega se llene hasta la bandera.
Cuando se televisa un partido del Madrid, Gregorio Monje y sus amigos -a puerta cerrada- se beben un barril de Guiness irlandesa para seguir las evoluciones de Butragueño. Muchos bebedores sibaritas de las islas británicas vienen a conocer la Bodega de La Ardosa recomendados por el mítico pub Mulligan de Dublín.